🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera:
Mis queridas semillas,
Comparto con vosotras otra historia de las que existen en tantos lugares de nuestro planeta, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada capital.
Había una familia muy unida, tenía tres hijos y vivían muy felices. Los niños crecieron, hicieron los estudios y cada uno se casó y vivía en una ciudad diferente. Los padres estaban contentos porque decían: “Bueno, hemos sido una familia muy unida, muy feliz, nuestros hijos también. Ahora podemos estar tranquilos, viajar, tener un jardín, cuidar de las plantas, de la agricultura.” Y ese matrimonio vivía muy tranquilo.
Una vez jubilados, recogían las flores, la miel, también la verdura que daba su huerto. Y un día llegó el momento en que la esposa de este señor, ya tenía la maleta preparada y vinieron a buscarla dos ángeles, y se la llevaron a la Luz. Y él se quedó desamparado, ¡La añoraba muchísimo!
Y decía: “¿Qué voy a hacer yo sin tí? ¡No puedo vivir solo!” pero la vida nos ha enseñado que, aunque el dolor es muy fuerte, y pensamos que es en ese momento cuando se va alguien tan amado, nuestra vida también termina y nos vamos con él o con ella. Y no sucede así, quién se queda tiene que afrontar, que vivir, que adaptarse y continuar su misión.
Este hombre maravilloso, continuó guardando el jardín y cada flor era el rostro de su esposa y le hablaba. Y le decía: “¡Qué hermosa eres tú! ¡Qué perfume te has puesto hoy tan agradable! Y tú vestido de colores, fíjate si eres linda que vienen las mariposas para acariciarte, y las abejas para darte la miel”
Y así pasaban los días, pero a este hombre le faltaba algo. Tenía una añoranza de cariño y decía:
“Y mis hijos, ¿Por qué no vienen a verme? Cuando eran pequeños estábamos con ellos, les dábamos los estudios, la comida, la ropa, los cuidábamos, nos ocupábamos de ellos cuando tenían problemas. Cuando construyeron les ayudamos económicamente, para el apartamento, la casa."
¿Cómo es posible que ahora no se acuerden de mí? No vienen ni siquiera un domingo a desayunar conmigo, a ir de paseo, a ir a visitar la montaña, a ir a visitar el mar, a ver una película. Ninguno de mis hijos viene. ¡Qué triste! Que tristeza, pensaba que me amaban. Y me aman, pero antes pasa el egoísmo personal y sus vidas. Son felices, pero no recuerdan que mañana también ellos tendrán mi edad, y sus hijos harán lo mismo. Sería tan maravilloso que una vez al mes pudiéramos vernos y estar juntos.
Así que este señor pensó en una estrategia. Fue a buscar una caja como un cofre y la llenó de cristales rotos, de piedras, objetos que pesaban. Lo llenó y le puso una cadena y lo cerró con un candado, y la puso debajo de la mesa. Y un día les dijo a sus hijos que vinieran, que quería verlos y por fin llegaron. Les invitó a comer un pastel, una merienda y de pronto los tres se fijaron que debajo de la mesa había esa caja, o cofre, todo misterioso, y le dijeron: “Papá, ¿Qué es lo que hay debajo de la mesa? ¿Qué es ese cofre?”
Y les dijo: “¡Oh nada! Son cosas que he reunido durante toda mi vida y las he guardado allí, no os preocupéis, ya las tendréis a vuestra herencia.”
Y los tres hijos se quedaron encantados, se fueron y cada domingo venían:
- “Papá, hemos pensado que hoy te gustaría comer una pizza.
- “Ah muy bien hijos míos.”
- “Papá hoy hemos pensado que podrías comerte un pastel.
- “Para Navidad, queremos estar juntos”
Pero duró muy poco tiempo, ese señor, ya estaba muy cansado de su trabajo, de la soledad y de ver que sus hijos solamente era un interés, que venían por interés. Pero que en realidad no lo amaban.
Un día llegó su hora, terminó su misión, su maleta estaba preparada, y vinieron sus ángeles, y sus guías y le dijeron “no tengas miedo, te acompañamos a la Luz” y así fue. Lo llevaron a la Luz, donde encontró la paz, la serenidad y la alegría.
Unos días después, llegaron sus tres hijos, y dijeron: “Ahora que no está papá, la casa nos pertenece, pero antes queremos saber si este cofre está lleno de oro”. Y lo primero que hicieron, buscaron corriendo las herramientas y abrieron las cadenas, ni siquiera el cerrojo por que la llave no estaba allí. Y cuando abrieron el cofre encontraron solamente piedras y cristales.
Los dos hijos mayores se enfadaron mucho, y dijeron: ¿Por qué nos ha mentido nuestro padre? ¿Por qué nos ha mentido? ¿Por qué ha hecho esto con nosotros? Hemos sido buenos hijos, y el mas pequeño dijo: “La lástima es que, teniendo tres hijos, obligamos a nuestro padre a mentir para que viniéramos a verlo. Tuvo que mentir por nosotros para que viniéramos a verlo, si no lo hubiera hecho, se hubiera muerto y ni siquiera nos hubiéramos acordado de él. Los extranjeros lo hubiesen encontrado”
Mis semillas, los jóvenes es lo que hacen hoy, solo se acuerdan de sus padres cuando necesitan dinero para salir a la discoteca, para ir a los bares, para sus adicciones, para la ropa, comprarse ropa, zapatos, maquillaje. Y tener todo el confort, por eso nos quieren. Muchas veces me han contestado: “Jardinera es mentira, no somos robots, ni zombis, nosotros somos modernos, y somos diferentes de tí. Tú eres anticuada como mi madre, como las personas de otra generación.”
¿Y vosotros jóvenes, pensáis en el sacrificio de vuestros padres? O solamente por que estés bien y os manden dinero para estudiar, y para vuestros gastos de Luasir” de pasaroslo bien y divertiros. Es cierto, sois otra generación, veremos cuando las otras generaciones sean mayores ¿Que seréis vosotros?
Este año es el año de la solidaridad, el año de compartir, de la creación. Tenemos aún a Saturno y a Júpiter, pero en constructor y Saturno en Amoroso, para ayudarnos a cumplir esos sueños y esos deseos. No olvidemos ni a nuestros padres ni a nuestros abuelos. Ni a las personas mayores que no tienen familia, ni a los jóvenes.
Y el curso superior que se está preparando va a ser una maravilla por lo que vamos a compartir. Hablaremos de generaciones, hablaremos de historia, hablaremos quien éramos y quien somos., hablaremos de los seres de luz y hablaremos de nuestra Alma, que es lo más importante.